En el recorrido ameno y revelador de estos doce relatos, Araceli Ardón, con una habilidad narrativa fluida y natural, con un diestro manejo del lenguaje y una capacidad descriptiva que nos deleita, da cuenta de esas pequeñas cosas en la cotidianidad de la vida queretana que nos pasan desapercibidas y que constituyen la riqueza de un tiempo ya ido, por desgracia para muchos, y también de este tiempo nuevo que nos está tocando vivir y que será recordado con nostalgia por nuestros hijos.
Acorde con la ortodoxia del cuento, en los que forman esta colección el final es sorpresivo y contundente. Mucho sabe la autora del dolor y de la enfermedad, de la falta de solidaridad y el desamparo, como cuando describe al grupo de menesterosos desterrados que son llevados en camiones de carga a lugares distantes de los suyos y abandonados a su suerte en el cuento “El arzobispo del gorro azul”, cuyo protagonista, con el desaliño propio del paria, escribía sus incoherencias como si recibiera un nuevo evangelio por un telégrafo invisible. Es en verdad un loco, o es alguien tan profundamente apasionado que lo hace parecer como tal. Será un místico o un anacoreta. Frente a ese personaje estrambótico anida el amor, ese amor cósmico del que habla Dante, capaz de mover el sol y las estrellas; esa fuerza que es capaz de redimir al pobre orate del gorro azul.
Francisco Perusquía Monroy,
Profesor de Literatura de la UAQ.